lunes, 18 de septiembre de 2017

EN LA CUMBRE DEL MONÓLOGO INTERIOR

Las olas
Virgina Woolf
Editorial Lumen (Penguin Random House), Barcelona, 304 páginas.
(Libros de fondo)

   
   
   The Waves fue publicada en 1931. Es una de las grandes obras de Virginia Woolf (Adeline Virginia Stephen de nacimiento, Londres 1881 - Lewes, Sussex, 1941). La novela ha sido traducida a las lenguas de numerosos países. En español conoce numerosas ediciones. Una de ellas, la de Editorial Lumen con distintas reediciones, ya que el sello editor que fundara en 1960 Esther Tusquets apuesta por lo clásico de ayer y de hoy; y sin duda Las olas  es una de las grandes obras de la literatura universal del siglo XX.
   En la novela, Virginia Woolf presenta el flujo de conciencia de seis personajes distintos, es decir la corriente preconsciente de ideas tal como aparecen en la mente, a diferencia del monólogo tradicional, y crea ante los ojos lectores un ambiente de poema en prosa. Las olas pretende reproducir la vida de un grupo de amigos desde la infancia a la edad adulta de una forma diferente y poco convencional. Como  dijo Borges en su día, en  Las olas no hay argumento, no hay diálogos, no hay acción, pero sí vidas condensadas que fluyen -en palabras afortunadas de Ramón Otero Pedrayo, otro escritor que dialogó con Virginia Woolf-, en las “intensas avenidas del jardín interior”. La escritora inglesa representa un verdadero hito en la literatura británica y, como mujer, fue el paradigma de la lucha titánica entre los deseos, los sueños, las expectativas y búsquedas del ser personal y de la propia afectividad.
   Las olas es posiblemente su novela más novedosa, tanto en su arquitectura compositiva como en su tonalidad, y modelo por excelencia del monólogo interior, entendido como flujo de conciencia. Ese diálogo interiorizado entre un locutor y un receptor, una de las más notables conquistas de la narrativa del siglo XX, aunque con antecedentes en algunos autores del XIX (Stendhal y Dickens principalmente).
   El narrador muda la memoria lógica que sutura el presente con el pasado, por una memoria poética que ahonda en el sentido de la vida, en el subconsciente, y permite que nos aproximemos a las secretas intimidades de los protagonistas, mostrándonos lo que rumian en sus cerebros. El río de la conciencia se transforma así en una sucesión de palabras. En Las olas hallamos por eso un ejemplo cimero y difícilmente igualable del monólogo interior.
   Todo está narrado con este recurso, a través de la voz de cada uno de los seis personajes. Apenas  sucede nada. Nada se narra fuera de la rutina cotidiana. Lo que parece claro es que Virginia Woolf se preparó a conciencia para este proceso. En 1928, cuando ya era la autora aplaudida de Orlando, La señorita Dalloway, Noche y día y Al faro, dejaba constancia en su diario de la intención de eliminar todo desperdicio o superfluo, las cosas muertas, para reflejar ese momento privilegiado mezcla de pensamientos, sensaciones, voces del mar. El resultado de esta novedosa tentativa en el seno de la  literatura fue Las olas, titulada provisionalmente entre 1928 y 1929, Las mariposas.
   
                                        
Virginia Woolf
   

   Bernard, Neville, Louis, Jinny, Susan y Rhoda. Seis personajes, seis voces que hablan, no unas con otras, no hacia el exterior, sino dentro de sí. Seis versiones posiblemente de un único rostro que, en un horrible proceso va perdiendo su vitalidad hasta llegar a desertar de las ganas de vivir. Las voces de estos seis personajes y una avalancha caótica de imágenes y de palabras que surgen en cada momento dentro de sus cerebros, eso es la novela. Son ellos, sus voces interiores como transcripción de sus conciencias -sin análisis ni juicios al margen- las que nos conducen por las etapas de sus existencias desde la infancia hasta la madurez. Es el tiempo de la vida humana. Con el paso de los años se complicarán los mundos interiores de estos personajes, pero sus voces quedan, permanecen como irreal y lírica versión indirecta de los contenidos de cada mente en cada instante.
   Mientras tanto, en otro tiempo, este sin personajes, el sol viaja a lo largo del día provocando que las olas rompan en la playa. En resumen, novela experimental sobre todo para la época en la que fue escrita, estructuralmente muy compleja y muy rica que requiere el esfuerzo de una verdadera lectura poética.

Francisco Martínez Bouzas

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