viernes, 1 de noviembre de 2013

EN EL HORMIGUERO LONDINENSE



Veiga es como un tiempo distinto
Eva Moreda
Pulp Books (sello de Rinoceronte Editora), Cangas do Morrazo, 2013, 128 páginas.


   La canguesa editorial Pulp Books edita en español una novela breve de Eva Moreda (A Veiga, Asturias, 1981), que en el año 2010 se hizo merecedora de la IX edición del Premio Terra de Melide. Publicada originalmente en gallego en abril de 2011, aparece ahora en español, en traducción de Iolanda   Mato. La autora que conoce cabalmente el mundo de la emigración en el Reino Unido -ella misma ejerce labores docentes en el departamento de Música de la Universidad de Glagow- nos acerca ficcionalmente, no a la actual y difícil diáspora de miles de jóvenes emigrantes en Inglaterra, sino al recorrido vital de una comunidad de emigrantes gallego en los años 60. Y lo hace echando mano de dos protagonistas prototípicos, así como de las vivencias de otros personajes secundarios que, a pesar de su rudimentario inglés intuitivo, se las ingenian para ganarse la vida limpiando oficinas siempre de noche o ejerciendo de camareras y ayudantes de cocina en restaurantes y hoteles. Y eran fieles a ciertos hábitos como visitar Portobello Road los domingos. Todo en Londres, ese mayúsculo animal que cambia constantemente, aunque para mucha gente siga siendo su aldea.
   Los dos protagonistas, Gelo de A Beiga y Elisa de los Barreses se encuentran precisamente en Portobello Road y con el encuentro revive el ardor de los sentimientos, la antigua relación, la desidia y la sorpresa. Pero también allí nace el miedo. Así se abre esta novela de Eva Moreda sobre la emigración gallega en Londres. Una pieza literaria de escasas páginas, pero de indudable calidad. Los dos protagonistas de la historia narrada se habían aventurado en la emigración londinense en la década de los 60. Muchos de los que en aquella época o en años posteriores intentamos la misma aventura, sin ninguna otra garantía que la que poseen los que en nuestro tiempo pretenden llegar a las costas de Europa en pateras, nos sentimos necesariamente retratados en esta novela sobre la emigración en ese microcosmos complejo que es la ciudad de Londres. Por eso mismo, y es mérito de la autora, los gallegos y gallegas que emigraron a la capital del Reino Unido en las décadas de los 60 y 70, dejan su huella ficcional en las páginas de este libro. Se sentirán, por lo mismo retratados en los recorridos vitales diferentes e los dos protagonistas y también en las existencias de otros emigrantes económicos, personajes secundarios que asentaron su existencia en la capital británica. Allí trabajaron, ganaron el pan y reaccionaron de forma compleja y desigual frente al nuevo entorno.
   Lejos, case a una distancia infinita queda el lugar natal de los protagonistas, esa A Veiga, metáfora de todas las aldeas gallegas que nutrieron durante aquellos años la emigración, porque, cuando uno marchaba “tan lejos” era marchar de verdad y A Veiga queda congelada, como ese “tiempo distinto” que con tanta elocuencia rotula el libro.
   Los dos protagonistas diseñados por la escritora, actantes de la acción narrativa que articula la historia contada, son, como ya quedó reflejado, Gelo y Elisa. Dos personas de A Veiga que compartieron sentimientos tiempo atrás. Perdida la relación, se encuentran años después en la emigración londinense. Y allí con su inglés incipiente y ejerciendo los trabajos prototípicos de la emigración gallega en Londres (limpiadoras nocturnas de oficinas, camareros/as, cocineros/as), renace entre ellos aquel espacio íntimo que los había unido. Pero cada uno sigue un camino vital diferente y su relación se ve sometida a altibajos.
   Sin embargo, ni Gelo ni Elisa son personajes planos. La narradora sabe moldearlos con acierto, extrayendo de los mismo toda la complejidad de un ser real, por lo que  a veces parecen contradictorios y sorprendentes, especialmente la protagonista femenina. Y en ese animal londinense que cambia constantemente, un hormiguero en transformación, algo insólito en aquellos tiempos en la Galicia de la que provenían, interactúan perfectamente. Descubren el sindicalismo, la organización de los trabajadores, el movimiento de liberación de la mujer, los anticonceptivos, las actions delante del Parlamento. Mas también se dan cuenta de que, después de los años transcurridos en Londres, son extranjeros en su lugar natal, y seguramente lo siguen siendo en la capital británica. De ahí las coherentes palabras que Elisa, la verdadera heroína de esta novela, en las que afirma con rotundidad, antes de entrar en la prisión de Holloway, que ella es de todas las partes del mundo donde hay mujeres, donde existen limpiadoras, extranjeros, donde hay gente que sufre y llora.
   Eva Moreda presenta una novela original, con el empleo de una técnica narrativa cuidada y eficaz. Su relato se asienta en una voz  -la de Gelo- que habla en primera persona. A través de sus ojos y de su monólogo descubrimos a Elisa de los Barreses y al resto de los personajes secundarios que forman el grupo de los emigrantes gallegos en Londres. No obstante, la voz del protagonista masculino desvela eficazmente las características de la emigración gallega y su interacción social, contadas desde una perpectiva femenina, porque es Elisa la que renace constantemente, la que es sensible al cambio social, la que interactúa respondiendo a los apremios novedosos del hormiguero londinense. Una prosa elegante, ágil, bien articulada, pero sin arrebatos líricos -repugnarían con el tema-, un gallego cuidado hacen de esta novela de Eva Moreda un producto narrativo maduro que ahora pueden disfrutar también los lectores españoles.

Francisco Martínez Bouzas
 


Eva Moreda


Fragmentos

“Al día siguiente, Tino le escribió a su patrón. Una semana después, recibió la respuesta de su jefe, Mister Stobart. Estaría encantado, decía, delighted, de emplear a Mister Martínez como camarero, con una jornada de cuarenta horas semanales repartida en seis turnos y un salario de quince libras por semana. Casi fue Tino el más ilusionado de los dos; yo andaba demasiado ocupado yendo por las mañanas de la policía al médico y del médico al ayuntamiento y escuchando a mi amigo por las tardes: sus fábulas hablaban de lluvia y mala comida y autobuses rojos de dos pisos y metro y jefes benevolentes y clientes excéntricos y, sobre todo, inglesitas que se dejaban hacer de todo sin poner objeción alguna. Y del verdadero motivo de su estancia en la ciudad, que no me lo desveló hasta que me tuvo seguro en su barca.”

…..

“Londres es una ciudad difícil de explicar a quien no la conoce. Desperdigada sin razón al norte y al sur del río, y creciendo sin control por todos los extremos, ni los que nacieron aquí saben muchas veces dónde empieza y dónde acaba. Los Stobart dicen que Croydon no es Londres. A mí, en cambio, Tino me cautivó desde el principio para      que viniese a Londres, y en Londres estoy, aunque aquí le llamen Croydon. Londres es el único lugar que conozco de Inglaterra, y quizás por eso, cuando pienso en Londres, no puedo evitar también en Brighton -el único otro lugar que conozco de Inglaterra, porque la Isla de Wight está ya mar por medio y no parece el mismo país- como parte de la misma ciudad, como la playa de Londres. Quizá Londres, la misma ciudad que pareció tragarte durante las últimas semanas, llega siempre hasta donde uno quiere que llegue. Y esto, por el sur, puede ser Croydon, o Brighton. Y a veces, cuando pienso en Londres -y últimamente pensé mucho, mucho, pensé en todas sus partes y en cuál pudo haber sido el sitio donde Londres te engulló- el límite de la ciudad por el sur puede estar en Miou.”

(Eva Moreda, Veiga es como un tiempo distinto, páginas 15-16, 97)

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