martes, 18 de diciembre de 2012

"KARNAVAL", DSK LITERATURIZADO

Karnaval
Juan Francisco Ferré
Editorial Anagrama, Barcelona, 2012, 529 páginas.

  

   Dominique Strauss-Kahn, hasta el 18 de mayo de 2011 uno de los hombres más poderosos del mundo, acaba de ser transformado en personaje de ficción en una gran novela, Karnaval, ganadora del Premio Herralde de Novela 2012, un galardón que se le otorga a la literatura y no a las ventas. Su autor, Juan Francisco Ferré, es un escritor muy enraizado en la literatura moderna y posmoderna.
   Un personaje público, en aquellas fechas uno de los más influyentes del mundo, se ve así convertido en materia de arte, en literatura. La novela, calificada por su autor con la “Triple X” de la provocación pornográfica, de la exuberancia fabuladora y de la incógnita política, fue escrita al mismo tiempo que acontecían los hechos que motivaron el escándalo del director del FMI. Su motor de arranque fue la imagen de Strauss-Kahn conducido por el FBI, precisamente cuando en España explotaban las protestas del 15-M. “Me fascinó el hecho de que uno de los personajes más poderosos del mundo cayera por un gesto fruto de la gratuidad…Strauss-Kahn buscó el placer gratis teniendo todo el dinero del mundo para pagarlo.”
   La novela, en un momento en el que tanto la política como la economía son un indiscutible carnaval, es un verdadero panfleto sumamente incisivo contra las fechorías del neocapitalismo, pero el autor adereza asuntos muy serios con un tono cómico, con escenas hilarantes como las descritas en el capítulo “DK 5. Pornografía ancestral”. Un panfleto que convierte al exdirector del FMI, primero en el “gran dios K” y más tarde en un indignado, como los del 15-M español, que pretende hacer explotar el sistema.
   De ahí que la novela rebose de páginas que les sacan los colores a los excesos neocapitalistas. En la misma D. Strauss-Kahn es un ejemplo, una metáfora, un personaje de ficción paradigma del mundo de hoy, cuyos dueños, los financieros y los banqueros parecen desconocer o son insensibles frente a lo que está pasando.
   Es cierto que sobre Karnaval planea un escándalo sexual. Pero la novela no va solamente de sexo. Al contrario, ofrece una visión del mundo partiendo de ese dios K y de la vuelta de tuerca que lo transmuta  en un indignado. El talento literario de J. F. Ferré y sus condición de posnarrador hacen acto de presencia en toda la obra, pero sobre todo en un capítulo muy especial, “El agujero y el gusano”, un imaginario documental en el que personajes públicos como Philip Roth, Zizet, Philippe Sollers, Chomsky, Beatriz Preciado. Houellebecq, Judith Butler entre otros y otras opinan sobre Strauss Kahn. Ferré se deleita desacralizando las palabras de estas columnas vertebrales de los saberes de hoy y sabe demostrar que la literatura no solo es lo único que no está en crisis en este país, sino que no cesa de innovar.

Francisco Martínez Bouzas

(Texto publicado el 18 de diciembre en el periódico El Correo Gallego de Santiago de Compostela. Para ver el original en gallego pinchar aquí)


Juan Francisco Ferré (Foto ABC)

Fragmentos

“Mi trabajo en el hotel me ha permitido conocer cosas repugnantes como éstas. Yo limpio las habitaciones y hago la cama después de que se vayan los clientes. No importa que sea un hotel caro. No importa que las habitaciones parezcan palacios al lado de las casas que conozco en el barrio. Eso no importa. Cuanto más lujosas las habitaciones, más asquerosas me parecen las cosas que ocurren allí. Más repugnancia me da limpiar el cuarto de baño y hacer la cama, ver y limpiar los deshechos que dejan a propósito para que se sepa lo que han hecho allí. Me avergüenzan ellas cuando las veo salir contentas de la habitación en compañía de ese hombre que las acaba de violar, y parecen orgullosas de lo que les han hecho, de que las hayan elegido para hacerlo, convencidas de que esa cosa que tienen entre las piernas y que los hombres quieren poseer como perros les da todo el poder que no tienen en realidad. Esa cosa que tengo entre las piernas, en carne viva, esa cosa que los hombres quieren de nosotras, sí, esa cosa, es parte de nuestro infierno.”

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                                  PHILIP ROTH, novelista
“Roth: Lo diré claro desde el principio para que nadie se llame a engaño. El verdadero problema en este y en otros casos es la polla. Siento ser grosero, pero es así. Ya lo he dicho antes, juzgando otro escándalo similar, el caso Clinton, una década atrás, no se si se acuerda. La gente en general, sin distinguir entre hombres y mujeres, nunca perdona que le pongan la polla y los estragos de la polla delante de las narices. No perdonan la obscenidad de esa presencia…”

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BEATRIZ PRECIADO, profesora de teoría queer y ensayista
Preciado: Yo lo veo de una manera completamente distinta a como lo interpreta mi admirada Judith Butler. En mi opinión, hubo un fallo grave en la transacción (…) El hombre no quiere la desnudez de la mujer, que le causa horror, quiere su vestido, quiere su ropa, su atuendo, su disfraz, su uniforme. Lo que el hombre desea es apropiarse del disfraz que hace mujer a la mujer, que la hace deseable, que la muestra como objeto de deseo…”

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JULIA KRISTEVA, semióloga, psicoanalista y ensayista
“Kristeva: Damos por sentado que la víctima al emplear el lenguaje masculino para designar a su violador, lo hizo con su propio lenguaje, cuando en realidad debemos admitir que lo único que hizo fue verbalizar su difícil situación a partir de las escasas palabras que la cultura le proporcionaba para designarla. La cultura patriarcal, sin duda, pero también la cultura mediática es la que hoy conforma la conciencia de la gente. Si nuestra cultura, con la generosidad que se atribuye, hubiera sido capaz de procurarle las palabras adecuadas, los conceptos acertados,  a lo mejor habríamos oído a una mujer clamando simplemente porque no había sido amada, porque no había sido bastante querida, o no se había sentido en ningún momento todo lo querida que le parecía necesario o deseable para poder aceptar sin disgusto la violencia que se le imponía como medio efectivo…”

(Juan Francisco Ferré, Karnaval,  páginas 37-38, 215, 224, 227- 228)

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